“Ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
Que arma en el alba un sigiloso teatro”
J. L. B. - Los espejos
Campanas al suelo y tiempo en la horcasi no muero
he de flotar abrazado a la historia.
El ojo abierto, la mano abierta del sol,
abduce la sombra que me cuelga del cuerpo
su palma la lleva a los espejos
ensombreciendo de luz esa sombra.
¿Morirá el día,
o moriré yo cubierto de sol
despojado de mi sombra y oscuro
en el reflejo?
Es mediodía,
la blanca penumbra se lleva mi penumbra
como la noche que acaba
con la sombra y el misterio del espejo.
Es mediodía,
se conjugan a un punto los suspensos
y la pregunta: ¿Morirá el día,
caerá desde su cima a la sima
enjugando su calor al fuego
que es la tierra al mediodía?
Hora donde el sol suelta la garra
vence la sombra sin vencer
el encantamiento del reflejo en el espejo.
Hora donde se deshoja el cielo y cae
como la muerte de un cometa
prendiendo de fuego su cáscara de tiempo.
A esa hora has de morir, día,
con tu ojo bien parado y la pupila abierta.
A esa hora nos habremos de velar
la última fotografía de este azar, este pretexto.